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¡BIENVENID@!

¡BIENVENID@!

En este blog encontrarás las recetas que he ido descubriendo, adaptando, reinventando o creando… sin trigo, sin levaduras ni lácteos. Lo que en principio parece una limitación, se puede convertir, con un poco de cariño, imaginación y ganas de experimentar cosas nuevas en un reto apasionante que permite descubrir ingredientes y sabores antes desconocidos y ensanchar los horizontes de nuestra cocina de forma saludable y sabrosa... haciéndonos sentir que el mejor restaurante está en nuestra propia casa.

sábado, 26 de marzo de 2011

Churros de Espelta con Chocolate (VG)

¿A quién no apetecen unos churros crujientes y doraditos con un buen chocolate caliente alguna tarde de invierno -o no tan invierno- en que arrecia el frío? El otro día me vino a visitar mi hermano de improviso y como no tenía nada previsto para merendar, le propuse preparar juntos un chocolate con churros. Para mí tenía su aliciente la cosa, ya que no los había vuelto a hacer desde que la harina de trigo no forma parte de mi dieta. En otras palabras… aproveché la ocasión para experimentar. Nos salieron un montón de churros crujientes y doraditos por fuera y tiernos por dentro, sencillamente de-li-cio-sos. Incluso después de la merienda flotaba en el ambiente del comedor un olorcillo... Una vez más, tengo que expresar mi convicción de que la harina de espelta ofrece resultados superiores a la de trigo (¿No compartís conmigo la idea de que, lejos de constituir una limitación, la intolerancia al trigo abre nuevos horizontes?). Os invito a probar…


Ingredientes: (Para unas 60 unidades)

-          1 tazón (como para los cereales del desayuno) colmado de harina blanca de espelta
-          1 tazón (hasta el borde) de agua
-          1 cucharadita rasa de sal
-          Azúcar moreno (“panela”) para espolvorear
-     Aceite (abundante, para freírlos)

Elaboración:

Poner el agua a hervir con sal. Poner a calentar abundante aceite en una sartén.

Aspecto de la masa
Colocar la harina en un bol, echar el agua hirviendo encima y mezclar con una cuchara de madera hasta que se hayan amalgamado. No os preocupéis si véis que la masa no queda fina, sino irregular y más bien espesa: es así cómo debe ser.

Meter la masa en una churrera con ayuda de una cuchara. Cuando el aceite esté caliente, ir formando los churros con cuidado sobre la sartén, cortándolos con unas tijeras según salen de la churrera (se hace muy cómodamente entre dos personas). Freír a fuego vivo, pero controlando la temperatura para que no queden demasiado dorados por fuera y crudos por dentro (para evitar esto también es conveniente, las primeras veces, probar con la forma estrellada más estrecha de la churrera). Cuando tengan un bonito color dorado, se van sacando a una fuente cubierta de papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.

Para servir, retirar el papel y espolvorear con azúcar. Acompañar de un aterciopelado chocolate caliente bien espesito*.

* El chocolate a la taza que se encuentra en los supermercados suele contener gluten para que espese. Sin embargo, hoy en día podemos encontrar ya, incluso en los supermercados habituales, alguna marca que ofrece chocolate de este tipo apto para celíacos, que es el que usaremos nosotros también. Vamos avanzando…

Sopa Vegetal con Miso (VG)

Llevo varios días con una fuerte faringitis y, aunque he ido publicando alguna receta que ya tenía preparada para subir al blog, en mi cocina no hay demasiada actividad estos días. No está el horno para bollos. Mi dieta de estos días se basa en cremas de verduras, caldos, zumos, infusiones bien calentitas… Lo necesario para ayudar al organismo en estas circunstancias.

Si alguna vez os encontráis en situación similar y llegáis a casa del trabajo hechos polvo, con necesidad de algo calentito para superar el “achuchón” pero sin muchas energías para poneros a cocinar, os sugiero esta sabrosa sopa, que resulta muy reconfortante y nutritiva y se hace en, poco más o menos, el mismo tiempo que una “sopa de sobre” hiperprocesada pero sin ninguno de los inconvenientes de esta última.

Entre los ingredientes se encuentran el miso y el alga nori, que son los que le dan el toque japonés y la hacen especialmente nutritiva, complementando las verduras. No son ingredientes habituales en la cocina española, aunque sí en las despensas vegetarianas. Os animo a que los probéis.

Hay muchas variedades de miso, y algunas no son aptas para intolerantes al trigo, ya que lo contienen entre sus ingredientes. El que yo utilizo está hecho a base de soja y cebada y se consigue en herbolarios o tiendas de productos ecológicos. Es un condimento con apariencia de pasta marrón oscuro de sabor intenso (si no estáis acostumbrados a sabores de otras cocinas os puede resultar “extraño” pero es muy sabroso y un buen sustituto de la sal) y se conserva mucho tiempo en un tarro hermético en la nevera, así que aunque cuesta un poquito, cunde muchísimo, ya que se usa en pequeñas cantidades y no se estropea fácilmente. Es importante que sea no pasteurizado y que se añada una vez listo el plato y, por lo tanto, no hierva, ya que de lo contrario pierde sus propiedades.

Tarro de miso de soja y cebada y bolsita de algas nori
El alga nori ya se consigue con facilidad, ya que hay empresas españolas que la comercializan. Yo la suelo comprar en un supermercado local y se vende en copos o en láminas. Os recomiendo la primera, ya que para este plato la vamos a necesitar troceada y es mucho más económica que las láminas.

Cuando preparo esta sopa, siempre recuerdo a mi amiga Seika, que me introdujo a los ingredientes de la cocina japonesa hace ya muchos años y me abrió las puertas a la gastronomía, cultura y costumbres de un país fascinante. Por esta razón, esta sopa constituye para mí lo que en inglés se denomina “comfort food” o comida que te reconforta, te hace sentir bien, no sólo física sino también anímicamente. Con la publicación de esta receta rindo, así, un pequeño homenaje a mi amiga.


Ingredientes:  (Para un bol individual de desayuno)

       - 1 zanahoria, cortada en rodajas finas
 - 1 puerro, cortado en rodajas finas
 -  ¼ de cebolla, cortada en láminas finas
 - Una cucharadita de miso (de cebada y soja)
 - Una cucharada de alga nori en copos

Elaboración:

Poner las verduras en un cazo, añadir agua hirviendo (o fría y dejar que hierva) y cocer a fuego vivo unos 5-10 minutos o hasta que se vea que la zanahoria esté hecha. Añadir los copos de alga nori, removiendo para que se mezcle y dejar unos 2 minutos más a fuego lento.

Apartar del fuego, agregar el miso y remover bien hasta que esté completamente disuelto. Y ¡ya está! Lista para reconfortarnos en los días de frío o cuando no nos encontramos demasiado bien.

jueves, 24 de marzo de 2011

Garbanzos con Espinacas (VG, SG)




Hace unos días, viendo la receta de los apetitosos garbanzos con espinacas de incucinablog, me di cuenta de que hacía tiempo que no comíamos garbanzos en casa y me entró añoranza de este plato, que me gusta mucho. Así que, antes de que pasen los días fríos que nos queden –que espero no sean muchos- y el cuerpo pida platos más ligeros, me puse manos a la obra. Así es cómo los suelo preparar habitualmente.

Ingredientes: (para 2 personas)

-         Tres puñados de garbanzos
-         1 hoja de laurel
-         1 cebolla, picada bien fina
-         Ajo, picado fino
-         3 tomates medianos, pelados y cortados en trozos pequeños
-         Una pizca de azúcar
-         Sal
-         Pimienta
-         Un “chorrín” de vino blanco
-         Perejil, picado
-         Una rebanada de pan, troceada
-         Aceite
-         Unos 300 gr de espinacas frescas
-         1 cucharadita de pimentón dulce (sin gluten)*

* La mayoría del pimentón (dulce o picante) que se encuentra en los supermercados contiene gluten, aunque no lo suele poner en las etiquetas o envases. Sólo los de mejor calidad están libres de gluten. Conviene asegurarse bien antes de comprarlo.


Elaboración:

La noche anterior se habrán puesto en remojo los garbanzos en agua fría.

Escurrir y pasar por agua los garbanzos y poner a cocer en agua fría en la olla rápida, junto con una hoja de laurel y un poco de sal. Cuando empiece a salir el vapor por la válvula, contabilizar unos 20-25 minutos (dependiendo del tipo de garbanzo, del agua empleada, modelo de olla, etc. el tiempo de cocción puede variar, así que es conveniente comprobar el punto de cocción de los garbanzos antes de mezclar con el resto de ingredientes).

Mientras tanto, se va preparando el resto. En primer lugar, pasar la rebanada de pan por la sartén con un poco de aceite, hasta que esté doradito. Machacar en el mortero el ajo y el perejil y, cuando esté bien triturado, añadir el pan y triturar todo junto de nuevo. Reservar.

Aparte, hacer una salsa de tomate. Para ello, echar en una olla (yo he utilizado una de barro porque conserva muy bien el calor y resulta muy apropiada para este tipo de platos) un poco de aceite y rehogar la cebolla. Cuando esté blandita, se añaden los tomates, la sal, el azúcar (para contrarrestar la acidez del tomate) y se deja hacer a fuego suave durante un rato, hasta que se ve que cambia de color y el tomate se va deshaciendo. Entonces, añadir el vino blanco y dejar reducir.

Lavar las espinacas, cortar y rehogar en la sartén con un poco de aceite. Cuando se empiecen a marchitar, añadir el pimentón y rehogar un poco más, sin dejar que éste se queme, removiendo con una cuchara de madera. Reservar.

Cuando los garbanzos estén listos, escurrirlos, reservando el caldo de cocción y reservar.

Añadir el majado del mortero a la olla con la salsa de tomate y revolver bien para que se mezclen los sabores. Con el pan espesará bastante la salsa, así que habrá que ir agregando caldo de los garbanzos hasta encontrar el punto deseado. Comprobar el punto de sal y añadir los garbanzos. Dejar a fuego suave durante unos 5-10 minutos para que los garbanzos tomen sabor… ¡y ya tenemos el plato listo!

miércoles, 23 de marzo de 2011

Pizza de Champiñones y Pimientos del Piquillo (VG)




Con esta receta participo en el evento culinario HEMC #52

hemc 52 - pizza casera


La base de pizza que aquí publico tiene un poco de historia. Fue la primera que aprendí a hacer, hace ya unos… cuantos años (¡hay que ver cómo pasa el tiempo!). Por aquel entonces, yo era una universitaria y empezaba a hacer mis pinitos en la cocina. La utilicé durante un tiempo (¡era tan fácil!), pero luego empecé a probar con otras recetas que necesitaban que la masa levara. El proceso de levado tiene un no-se-qué de magia en la cocina que me encanta y abandoné la receta de mis comienzos por otras que fui descubriendo y que en mi familia  gustaban mucho. Hasta que tuve que eliminar las levaduras de mi dieta y repensar mis pizzas. Tras unas cuantas pruebas, con resultados diversos, un buen día me acordé de mi pizza universitaria y me propuse experimentar con ella para adaptarla a mi nueva dieta. Este es el resultado, una pizza crujiente y muy sabrosa.

Tengo que admitir que, normalmente, no soy muy imaginativa con las coberturas de pizza, quizás porque es un plato que suelo preparar cuando no tengo mucho tiempo o no tengo la cena prevista. Hoy he intentado hacer algo diferente con productos que tenía a mano: tomates, champiñones y pimientos del Piquillo.

Para terminar, suelo rociar las pizzas con un hilo de aceite de albahaca, cuya receta publicaré en otro momento. Les da un sabor increíble. En esta ocasión, se me había acabado, así que utilicé un buen aceite de oliva, que tampoco está nada mal.

Antes de pasar a la receta me parece importante resaltar que esta base puede no ser apta para todas las personas intolerantes a las levaduras. En mi caso, la cerveza no me plantea problema pero si no estáis seguros, tened cuidado.


Ingredientes:

Para la base: (para un molde de unos 29 cm de diámetro)

-          150 grs harina de espelta ecológica (integral o mitad integral, mitad blanca), más la que se vaya necesitando para amasar
-          1 “dedo” de leche de soja ecológica
-          1 “dedo” de aceite de oliva virgen extra
-          1 “dedo” de cerveza
-          ½ cucharadita de bicarbonato sódico
-          sal

Para la cobertura:

-          un tomate fresco mediano, en rodajas finas
-          6 ó 7 champiñones, en láminas
-          2 dientes de ajo, muy picaditos
-          Unas ramas de perejil, bien picado
-          Un “chorrín” de vino blanco (yo he usado Ribeiro)
-          Un poco de guindilla (opcional)
-          Sal
-          Pimienta
-          9 pimientos del Piquillo
-          5 aceitunas negras
-          Orégano
-          Aceite de oliva virgen extra o aceite de albahaca


Elaboración:

Precalentar el horno a 190º.

En un bol poner la harina. Hacer un hueco en el centro.

Utilizar un vaso corriente para medir los líquidos. La medida se hará colocando el dedo índice en la parte exterior del vaso, desde la base; el líquido no deberá superar el límite superior del dedo.

Añadir el aceite y la cerveza al bol.

Mezclar la sal y el bicarbonato con la leche. Si la leche está templada, reaccionará con el bicarbonato; si no, no se notará nada. Añadir al bol y mezclar todo con una cuchara de madera hasta que adquiera cuerpo.

Cuando ya se puede manejar la masa con las manos, la pasamos a una superficie enharinada y amasamos hasta obtener una masa homogénea que ha perdido el brillo que le daba el aceite y no se pega a la superficie de trabajo. Es conveniente, sin embargo, no amasar de más, pues si no la masa queda correosa y seca. Se puede utilizar inmediatamente o dejar reposar 20 minutos.

Se obtendrán resultados diferentes según se prepare la masa: con leche fría y sin reposo, resulta una masa más fina y crujiente; con leche templada y con reposo, la masa es más esponjosa. Todo depende del gusto, ya que en ambos casos es muy sabrosa.

Si dejamos reposar la masa, durante este tiempo podemos preparar los champiñones de la cobertura.

En una sartén con un poco de aceite echamos los ajos y dejamos que se hagan un poquito sin que doren. Añadimos los champiñones y dejamos que se hagan hasta que vemos que se reduce bastante su tamaño y están blanditos. Salpimentamos y añadimos el perejil (así como un poco de guindilla –con prudencia- si nos interesa darle un toque picante a la pizza). Agregamos el vino y dejamos reducir a fuego suave. Cuando se haya evaporado el líquido, estará listo.


Barnizar el molde de pizza con una capa ligera de aceite. Extender la masa con el rodillo en forma de círculo y colocar sobre el molde. Pinchar la superficie de la masa con un tenedor para evitar que hinche en el horno y hornear (sólo la base) unos 5 minutos o hasta que se vea algo doradita (esto es para que la masa no se ablande luego, al cubrirla con el tomate u otros ingredientes que puedan desprender jugo, y le dé una textura crujiente muy agradable).

Cuando esté lista, cubrir con los ingredientes preparados. Colocar las rodajas de tomate rodeando el borde exterior de la masa, salpimentar y aliñar con un “hilín” de aceite. Sobre el resto de la masa colocar los champiñones, bien escurridos, y sobre éstos los pimientos, procurando que quede un dibujo bonito, y espolvorear toda la pizza con orégano.

Hornear durante unos 15 minutos o hasta que se vea que está hecha: la base dorada y crujiente y la cobertura lista. Al final, antes de servir, colocamos las aceitunas (si lo hacemos antes de hornear, quedarán feas y arrugadas).


Si se quiere congelar la masa...

Aspecto que debe tener la masa para congelar en "bola"
Normalmente, yo suelo doblar o triplicar las cantidades de masa para poder congelar, así siempre tengo masa lista para un imprevisto. A veces, si tengo prisa, simplemente guardo la bola de masa en una bolsa para congelar pero si tengo un poco más de tiempo, la estiro según la forma y tamaño del molde, la envuelvo en film transparente (sellando bien los bordes) y la congelo así, ya que esto me permite disponer de una base de pizza que no necesita descongelación, pues según se saca del congelador puede ir directamente al horno.

Según haga una u otra cosa, la masa debe tener distinto “punto”. Si se congela en “bola”, es mejor no amasarla hasta el final, sino dejarla ligeramente aceitosa, ya que una vez descongelada, hay que darle un pequeño amasado de nuevo y, por tanto, siempre habrá que añadirle algo más de harina. Por el contrario, si se congela con la forma definitiva, la masa ha de tener ya el punto definitivo de harina.


Esta receta ha sido elaborada sin trigo, sin lácteos y sin levaduras.

domingo, 20 de marzo de 2011

Crujiente de Manzana ("Apple Crumble") (VG, SG)

Este es, desde hace muchos años, uno de mis postres favoritos de invierno. Es propio de la cocina británica y americana (en esta última bajo el nombre de “Apple Crisp”) y como entre sus ingredientes base figuran la mantequilla y la harina de trigo, ha ido evolucionando conmigo y mis circunstancias hasta llegar a la versión que aquí presento, basada en una receta para celíacos que encontré en un blog británico, y que considero aún más sabrosa que la tradicional. Os reto a que la probéis y me digáis vuestra opinión…

Ingredientes: (Para 2-4 personas)

-         4 ó 5 manzanas reineta
-         110 gr azúcar moreno (a mí me gusta utilizar “mascobado”, por ser más aromático)
-         110 ml aceite (yo suelo utilizar de oliva virgen extra, de primera presión en frío pero vale otro)
-         110 harina de arroz
-         75 gr coco rallado
-         50 gr almendra molida
-         3 o 4 clavos
-         Canela en polvo, al gusto

Elaboración:

Precalentar el horno a 190º.

Pelar, descorazonar y cortar las manzanas en láminas y colocar en el fondo de un molde para horno (yo suelo utilizar, para estas cantidades, uno de Pyrex para “plum cakes”; el Pyrex me permite ver el punto de cocción de las manzanas y así, poder controlar mejor cuando el postre está en su punto).

Espolvorear con un poco del azúcar y canela y repartir los clavos por encima (se pueden machacar previamente un poco en el mortero para no encontrarlos luego).

En un bol mezclar con una cuchara de madera la harina con el azúcar, el coco y la almendra. Agregar el aceite y mezclar ligeramente, hasta que la mezcla tenga un aspecto como de migas, sin que ligue (no batir, ni con batidora ni a mano, ni amasar); se trata sólo de distribuir los ingredientes de forma homogénea.

Repartir esta mezcla sobre las manzanas sin aplastar. Hornear durante una media hora o hasta que se vea que las manzanas burbujean, han soltado su jugo y están blanditas pero no deshechas y el crujiente está doradito.

Se sirve con crema inglesa (o  unas natillas ligeras), nata semi-montada o helado.  A mí me encanta la combinación con la crema y el contraste entre el crujiente templadito y la crema fría es para hacer perder el sentido…






Receta adaptada de http://www.the-gluten-free-chef.com

Pan de Soda en Panificadora (VG)

Pan de Soda elaborado con Harina Blanca de Espelta en Panificadora


El pan de soda se adapta muy bien al proceso de elaboración en panificadora, siempre y cuando ésta disponga de programa “individual”, aquél en el que una puede decidir los tiempos de cada fase del proceso (con los programas que vienen prediseñados en la máquina no se obtienen buenos resultados, ya que los tiempos de amasado son demasiado largos). Actualmente yo lo hago de forma habitual a máquina cada dos o tres días y a mano cuando tengo más tiempo y me apetece ponerme a amasar. No sé qué tiene el amasado, como el hacer las cosas a mano y despacio en general, que resulta tan relajante y gratificante.

La ventaja de la panificadora es que una sólo tiene que encargarse de echar los ingredientes en la máquina y programarla y mientras se hace el pan puedes dedicarte a otras cosas sin preocuparte de cuándo estará a punto. El resultado es algo diferente pero muy bueno también, si bien el pan hecho a mano, no sé por qué, resulta más sabroso.

Ingredientes:

Los mismos que para la receta a mano (ver "Pan de Soda a mi Manera" en Mis Andanzas con el Pan), sólo que hay que, al menos, doblar las cantidades para que la máquina pueda amasar bien todos los ingredientes de forma homogénea. (Si no, os puede quedar la masa desperdigada por la cubeta y el resultado no será bueno. Yo tengo la panificadora de mayor tamaño de la marca y la cantidad mínima que necesito es 500 gr de harina)


Respecto al bicarbonato, para las cantidades indicadas en la receta base, hay que utilizar 1/2 cucharadita rasa (no colmada), ya que, de lo contrario, le dará sabor al pan.

Elaboración:

Lo más importante es respetar el orden en que se ponen los ingredientes en la panificadora:

1º) La leche de soja mezclada con el zumo de limón
2º) La harina
3º) La sal
4º) El bicarbonato

Programar 5 minutos de amasado (sí, sí, sólo 5 minutos, si se pone más quedará correoso) y 55 minutos de horneado. Desactivar todas las demás funciones (precalentamiento, amasados posteriores, levados). En mi máquina, activo el tostado más oscuro para que tenga un bonito color dorado, si no queda demasiado claro.

Y… ¡Listo! Ya podemos disfrutar de pan sabroso y fresco todos los días.



Mis Andanzas con el Pan... (VG)



Hacía mucho tiempo que llevaba dando vueltas a la idea de crear un blog de cocina que reflejara mis experiencias y experimentos en la elaboración de platos  sin trigo, levaduras ni lácteos.

Desde el principio de mi cambio de dieta y durante una larga temporada, mi caballo de batalla fue el pan. Sólo quienes no podemos consumir trigo ni levaduras sabemos lo difícil que es hacerlo sin estos ingredientes.

Me pasé muchos meses buscando recetas sin levaduras en todo tipo de fuentes (en mis libros de cocina, en las librerías -donde ya podemos encontrar mucho material especializado en la elaboración del pan-, en Internet, preguntando a un amigo panadero…) y, sin embargo, el objetivo parecía estar cada día más lejos. Incluso los panes “planos”, tipo “Pita” o similar, llevaban el ingrediente prohibido y otras opciones, como el  “pan ácimo”, por ejemplo, no me resultaban nada atractivas, por no decir que no cumplían las funciones que normalmente atribuimos al pan (no sólo acompañar las comidas, sino también ser utilizado en bocadillos, servir para hacer tostadas en el desayuno, poder hacer de él pan rallado, etc). Cuando comentaba mi búsqueda a otros, me ofrecían alternativas muy bienintencionadas pero que no conducían a ningún sitio. … Hasta que un día se me encendió una lucecita y me acordé del tradicional “pan de soda irlandés”. ¡Estaba hecho con bicarbonato de soda! ¿Cómo no se me habría ocurrido antes?

Me puse a buscar como loca en Internet y entre mis libros, cada vez más entusiasmada porque por fin había encontrado una alternativa, y empecé a experimentar con dos recetas que me parecieron adecuadas. Tras las debidas sustituciones de ingredientes y unos cuantos experimentos con las cantidades y las temperaturas del horno, conseguí, por fin, MI PAN. El resultado, como se puede ver en las fotos, es muy apetecible. Me recuerda mucho en aspecto a las hogazas de pueblo de mi infancia y es muy sabroso. Si se utilizan ingredientes de calidad –y en este sentido creo que la harina de espelta es muy superior a la de trigo que se encuentra habitualmente en los supermercados- el resultado es mucho mejor que el pan que habitualmente se compra en los supermercados y panaderías. Os puedo decir que, aunque se supone que este pan es sólo para mí porque no puedo tomar otro, cuando tenemos invitados para comer les suele llamar la atención, lo prueban y les gusta más que el “normal”. Y por si fuera poco, su elaboración es muy fácil y rápida, con un amasado corto, sin levados ni tiempos de reposo y un horneado bastante corto también. Por otro lado, se puede utilizar para bocadillos, costrones de pan frito, pan rallado… ¿Qué más se puede pedir?

Cuando finalmente decidí que era el momento de empezar el blog, casi inmediatamente pensé que la primera receta que publicaría sería ésta. ¿La razón? Porque para mí ha sido la más difícil de lograr y la más útil y si puede ayudar a alguien que se encuentre en circunstancias parecidas a las mías hace unos meses, mi esfuerzo habrá valido doblemente la pena.



PAN DE SODA A MI MANERA


Ingredientes: (para una hogaza pequeña)

- 150 ml bebida de soja ecológica (no modificada genéticamente)*
- zumo de 1/4 limon
- 250 gr harina de espelta ecológica (yo he usado integral en el pan de la foto,   pero puede ser blanca o mitad y mitad)
 - 1/2 cucharadita colmada de bicarbonato
- 1/2 cucharadita de sal.

* Yo suelo utilizar leche de soja elaborada en casa a partir de habas de soja ecológicas. Cuando tengo que utilizar la que se comercializa, siempre uso una que sea natural (sin aromas, sal, azúcar, conservantes, aditivos…) y ecológica. Nunca he probado a hacerla con las que tienen aditivos pero me imagino que tienen que cambiar el sabor del pan, aparte de ser menos saludables.

Elaboración:

Precalentar el horno a 220º. Preparar una bandeja de horno, engrasándola con aceite o cubriéndola con papel de horno y espolvoreando un poco de harina por encima

  
La masa, justo antes de hornearla
Mezclar la leche de soja con el zumo para cortarla (la elaborada en casa adquiere, al revolverla con una cuchara, una consistencia como de nata líquida). Aparte, mezclar bien el resto de ingredientes en un bol, hacer un hueco en el centro y verter en él la leche cortada. Mezclar todo con una cuchara de madera y luego amasar con las manos. No se debe amasar mucho, pues si no queda correoso (yo la amaso sólo hasta que la puedo manejar y formar una bola, aunque esté todavía pegajosa). Tampoco se puede ser rígido con la cantidad de harina: unas veces la masa no la admitirá toda y otras sí. Pasar la bola de masa a la bandeja enharinada y espolvorearla con un poco de harina por encima también. Yo le suelo hacer unos cortes en forma de cruz con un cuchillo para que se haga mejor en la parte central y le dé ese aspecto rústico tan entrañable .

Aspecto de la masa en el horno

Meter al horno – es importante que esto se haga inmediatamente después del amasado, sin tiempo de reposo- y cocer durante unos 20-25 minutos, hasta que la superficie esté dorada (pero no demasiado) y se vea que está hecho (algunas recetas recomiendan insertar una aguja, otras golpear la base del pan para ver si suena hueco y está listo pero en cuanto lo hagáis un par de veces le cogeréis el tranquillo y lo sabréis “a ojo”). Los primeros 10-15 minutos mantener la temperatura inicial del horno (220º), ya que es importante que el horno esté muy caliente al principio, cuando se mete la masa, para que suba bien. Luego bajarlo a 200º para que termine de hacerse sin que se tueste demasiado.   
       Aspecto final de la hogaza
Esta masa es tremendamente versátil. Yo varío los ingredientes con frecuencia: sólo espelta integral, mezcla de integral con blanca –como en este caso-, espelta y centeno, espelta y maíz*… De vez en cuando, también suelo agregarle semillas de sésamo, de gran valor nutritivo. Por otro lado, admite posibilidades dulces para desayuno y merienda nada desdeñables. Empecé a experimentar con esto hace meses pero luego se me fue el santo al cielo por alguna razón y ahí me quedé. Cualquier día de éstos lo retomaré. Si a alguno os apetece aventuraros a probar y contármelo, me encantará compartir experiencias.






* El pan de maíz o “boroña” es típico de Asturias y aunque actualmente hay panaderías que lo comercializan, si lo haces en casa tiene un encanto añadido… ¡y está de bueno!